La dulce belleza



Ella vive en mi barrio. Desde niña la vi en su silla de rueda. Sus ojos son claros, pero el color no son una característica que retrata del todo lo que muestran, pues hay un brillo, un velo sobre la mirada que hacía que yo nunca pudiera olvidar como mira. La vi niña, la vi transformarse en mujer, en madre. Vi su cuerpo cambiar, como cambian casi todos lo cuerpos en el tiempo.Ella tiene un hijo, ella lo cuida, ella trabaja para él. Su trabajo es plastificar documentos, los protege con una capa transparente, para que no se dañen. Quién la protegerá a ella, me pregunto yo, quien la cubrirá completa para que no se dañe, para que nadie la dañe. La escucho y creo que detrás de lo inmediato existe una fuerza que ella ni siquiera logra percibir. Un motor que ella misma ha creado para superar lo injusto y lo inmerecido. Carlos dijo que su foto era la más dulce, que por fin la habíamos encontrado. Yo veo lo mismo y lo veo en cada forma, en cada detalle. Su cuerpo y su vida son para mi una lección, pero su mirada, su mirada es un regalo, un buen augurio, un conjuro de belleza dulce, de esa que desde la ternura promete no rendirse, esa que hace que cuando una la mira, sepa de sobra que es una mujer que derribará todas barreras que el camino intente ingenuo ponerle por delante. La dulzura es su arma más bella.
Fotografía: Carlos Candia

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