La hija valiente del fuego

La parafina y el fuego son sus padres. Cómplices despiadados, se unieron para terminar con su vida anterior y sin más ni más, darle otra, una nueva, una que cambia la piel. Como ave griega, se escapó de ser ceniza. Su cuerpo habla de aquello, sin decir palabra.Su propia piel arrancada, le sirvió para cubrir la llagas.Durmió tres meses después del fuego, nada recuerda, se quemó su memoria, pero para qué saber, dice ella, para qué. Yo la escucho hablar de su vida, de sus amores, de sus hijos. Llega el fotógrafo, se para de la mesa, se quita la polera, el corpiño. La luz que atraviesa la ventana deja ver la textura de su piel, como un manto diferente, bello en su dolorosa diferencia. Mi amigo del tiempo se desnuda y la abraza por atrás, la acurruca, la toca, la acoge generoso en su pecho. Yo aprendo lo que es bello, lo que es dulce, lo que es generoso, lo que es justo. Lo aprendo cada día después de aquello que dicen, es una simple foto.