Abrazada








Sintió la dureza mientras se bañaba, pero el doctor dijo que no era nada grave. Demasiado joven, sin antecedentes en la familia, le dio tranquilidad, pero no le hizo caso. El cuerpo decía otra cosa, ella lo presentía y miro el tumor a los ojos, sin rodeos, para qué vamos a estar con cosas. Su cuerpo está dibujado, intervenido, habla cada trazo y también cada cicatriz. En la espalda están los pies y las manos de su hijo tatuados, no se escapa de su piel.

Luce su cuerpo como un acto de testimonio, como una puesta en escena que espanta lo adverso, lo desecha como posibilidad. Es como si hubiese comido de sopetón al miedo, directa e insurrecta parece haberlo acorralado para hacerlo desaparecer. Sonríe con dulzura de niña, sonríe con los ojos y con su boca.

Pone su espalda sobre el pecho de él, se acurruca, se siente en un espacio propio. Ambos a dorso desnudo miran el clic. Ambos cuerpos  están marcados de tinta, de mensajes imborrables, de música de metal, de esa fuerza destellante de cuerdas de rebeldía. 

Son cómplices del destino, amarrados de amor, increpando lo fortuito, como si para eso hubieran nacido.

Comentarios

Entradas populares