De flores y pañuelo




Del pañuelo que por meses cubrió su cabeza nacen flores, sí, flores. Su pelo ya ha crecido pero ella quiere registrarse con él, fue su amigo inseparable por meses, lo quiere. Parece una princesa oriental que deslumbra en cada posición al lente. Ha forjado una vida cómoda marcada por el destino que la ha unido a otras mujeres de pechos marcados. Ellas son mis hermanas me dice, hemos transitado, a pesar de nuestras diferencias, irremediablemente el mismo camino. Ese camino no es fácil, pero de alguna forma los lazos que se crean alivian, como la lluvia que cae en tiempos de sequía. Sobre su mesa hay una figura de un caballero con armadura, como su compañero que la ha protegido con su escudo cuando los días se volvieron más grises y sombríos, que le ha dado calor cuando el frío la ha entumido, que le ha dado amor en tiempos de incertidumbre. Amor que unió Puente Alto y Rengo de un flechazo en tiempos de universidad. Saben de números, de finanzas, de planificaciones y también de aquello que no se paga, que no se compra, que no se puede cotizar, que no se pondera.  Sus hijos son agüita cantarina, la alegría que aplasta la tristeza, el brillo que alienta para seguir adelante, sin detenerse. Remolinos coloridos que todo lo llenan, que le abrigan el corazón, que le acurrucan el alma. Agradece la senda y sus espinas, agradece cada una de ellas porque han sido lecciones profundas para aferrarse a la vida. Cuando se sintió abatida, se inyectó optimismo para persistir y lo logró. Cuando no vio luz, se inventó sus propias luciérnagas. Yo miro sus ojos y hay un destello, un velo, una seña distinta. Es esa mirada,  la mirada de la nueva versión de sí misma, de quien me dice, se prometió no rendirse.

Comentarios

  1. Ella es grande, es una luchadora incansable, ha dado una gran lección de vida, te quiero y admiro

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