Sábana blanca




El cuerpo es forma y gestualidad. La postura y la mirada hablan de nosotras sin que digamos palabra alguna.
Que de esas palabras no se escuche su sonoridad, no quiere decir que no estén presentes, pues lo que hemos escuchado, lo que hemos aprendido, lo que hemos dicho, lo que nos han aconsejado o exigido, habita en cada gesto propio, en la disposición, en nuestros miedos y también en nuestra capacidad de sentir placer.
Nuestra historia, nuestra memoria, lo que nos ha placido y lo que nos han hecho sentir, explican cuan protagonistas hemos sido de nuestras decisiones.
Esas decisiones han trazado una ruta y esa ruta ha sido nuestra vida, permeada no solo por las circunstancias, las dichas y las tempestades, sino que también por los sueños, los anhelos propios y compartidos, por las fantasías y por la confrontación a los límites que se nos han impuesto.
La ruta que hemos recorrido ha tenido desvíos, contratiempos, ripios y explanadas ataráxicas. Todo ese recorrido nos invade, nos condiciona y también nos impulsa.
Somos entonces lo prescrito y lo que estamos por escribir. Somos el despliegue en el hacer, en el pensar y en el sentir. Somos nuestras posiciones, aventuras y desventuras. Somos todas las derrotas y todos los triunfos, mezclados y revueltos.
Somos un cuerpo que sutura dolores y estalla en el delirio orgásmico, sin medida, sin frontera, sin prejuicio.
Nuestra sábana blanca es un lienzo dispuesto siempre a ser escrito, reescrito y corregido si es necesario, para desplegarnos honestas y protagonistas de las pasiones y sentires.
Nada se detiene. No hay obstáculo biológico, ningún reloj detiene su tictac, ni tampoco hay falla biomécanica que nuble nuestra sexualidad.
Todo se reacomoda, se resignifica, se resitúa para que a pesar del tiempo, sigamos siendo las mismas habitando nuestra piel.

Comentarios

Entradas populares